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la despedida de Ylvi

14 Nov

Hace algunos días encontré medio por casualidad el blog de mi relevo en Flekke, Teresa: http://teresairigoyen.wordpress.com. Pude comprobar que me iguala, si no sobrepasa, en entusiasmo y ganas de comunicarlo, y me hizo mucha ilusión saber que sigue habiendo una vikinga en el espacio virtual. Leer las entradas sobre la emoción de las primeras semanas, las descripciones de compañeros, de la habitación, de lugares y acontecimientos nuevos me llevó a recordar cómo fueron mis primeros meses en Flekke y cómo los describía en el blog, muchas veces a las tantas de la noche por falta de tiempo, con el mismo sentimiento de asombro, maravilla y felicidad que destilan las palabras de Teresa.

Depués de curiosear por las entradas de mi “cero año”, me dediqué a repasar algunas de Ylvi im Netz, desde sus comienzos hasta un final un tanto abrupto a principios de enero de este año. Es un recorrido bonito por los distintos aspectos de la vida en Flekke que me llamaron la atención y que decidí compartir, y cómo variaron a lo largo de los dos años; por los distintos humores y emociones y perspectivas por los que pasé y que se reflejan en el tono de mis narraciones. Siento haber dejado de escribir en mi último semestre en Flekke, quizá no el mejor o el más intenso, pero sí el más completo y redondo. No sólo por los lectores a los que dejé en el suspenso y que pensará que Ylvi no sobrevivió el Bachillerato Internacional, pero también porque el blog era una especie de diario personal, y por muchas historias que se me quedaran en el tintero o que no pasaran el filtro de “apto para todos los públicos”, las recuerdo cuando leo las que sí llegaron a ser publicadas, como si entre entrada y entrada hubiera otras dos o tres que sólo yo pudiera leer. Pero para ese último semestre tan significativo tengo que confiar únicamente en mi memoria, y eso asusta un poco.

Fue el semestre que pasamos esperando las respuestas de las universidades a las que habíamos enviado solicitudes, llenos de dudas acerca de las decisiones que habíamos tomado, imaginándonos las alternativas que seguirían a un rechazo, cada una más pintoresca y dramática que la anterior. Semanas y semanas de espera exasperante, durante las cuales nos dábamos ánimos mutuamente hasta que finalmente empezaron a llegar las respuestas y la emoción y alegría se mezclaban con la decepción, las felicitaciones con las palabras de consuelo. A principios de mayo me tocó a mí celebrar que había conseguido la beca de SFU, que me iba a Canadá, que mi primera (y única) opción había resultado ser la buena, mientras dos de mis mejores amigos no habían tenido suerte. Fue el semestre en el que me eché a llorar cuando Rodrigo fue aceptado en la universidad de Maastricht y daba fin a la espera constante de los últimos meses.

Fue el semestre en el que escalé el acantilado encima del colegio por primera vez, acompañada de Ben, el mismo día en el que nos perdimos por los montes de Flekke hasta que salimos del bosque a la carretera embarrados y cubiertos de rasguños, pero increíblemente satisfecho. Fue el semestre en el que atiborré de nachos con salsa en Dale, el semeste en el que celebramos el cumpleaños de nuestro tico con tequila mejicano, el semestre en el que Astrid y yo disfrutamos de la piscina vacía después de nuestro turno de socorristas un sábado por la tarde.

Fue el semestre en el que acabé mi ensayo extendido, mi trabajo de Historia y mis informes de laboratorio para Biología, que me costaron sudor y lágrimas y noches sin dormir en las que escuchábamos Nino Bravo a todo volúmen en el edificio de ciencias a las cuatro de la mañana. Fue el semestre en el que estudiamos para los exámenes finales, intentando condensar dos años de información en nuestras mentes, alternando entre estados de pánico absoluto y ataques de risa histérica, hasta que finalmente sobrevivimos, ¡incluso a la horrorosa, terrorífica prueba 3 de Historia!

Fue el semestre en el que Fann me enseñó un baile con abanicos chinos y yo enseñé métodos de resucitación cardio-pulmonar a cien personas en un día. Fue el semestre en el que Alma y Alberto cantaron “Sólo le pido a Dios” durante el espectáculo de las Américas y aprendí a hacer saltar las piedras sobre la superficie del fiordo. Fue el semestre en el que Wiktoria pintó un calamar gigante y participó en la exposición anual de los estudiantes de Arte.

Fue un semestre lleno de saltos al fiordo, sesiones de piragüismo, arroz con leche y knekkebrod, paseos a Flekke en la lluvia, la nieve o disfrutando del buen tiempo, de chocolate y té de regaliz, de viernes de película y sábados de fiesta, de largos y largos en la piscina y prácticas de primeros auxilios.

Fue el semestre en el que nos dimos cuenta que el final no estaba tan lejos como nos había parecido siempre, sino que se iba acercando, produciéndonos sentimientos que variaban desde la emoción hasta el miedo, desde el alivio hasta una tristeza devastadora. Y así nos fuimos balanceando de un lado al otro del espectro emocional, intentando disfrutar de la belleza de Flekke y la compañía de los demás y al mismo tiempo aprobar los exámenes hasta que llegó el día en el que tras el examen de Biología y un último salto al fiordo, me puse mi vestido de Pipi Calzaslargas y me fui a Flekke, donde comimos, bebimos, hablamos, bailamos y, en muchos casos, desconectamos las pocas neuronas que nos quedaban conscientes, para celebrarnos en una noche llena de acontecimientos…

Los recuerdos que tengo del día siguiente son borrosos y están fuera de cualquier escala de espacio y tiempo con sentido. Arroz con leche y huevos pasados por agua para comer, como cualquier sábado por la mañana, Wiktoria y yo preparándonos en el baño, riéndonos de diversas anécdotas de la noche anterior, los padres de Olga ayudándole a hacer la maleta, dar un pequeño paseo con mi familia de acogida, los discursos, actuaciones y aplausos de la graduación y el cúmulo de personas en la kantina nada más acabar la ceremonia, con lágrimas en los ojos, repartiendo abrazos a diestro y siniestro, con cara de “¿y qué hago yo ahora?”. Después se sucedieron las despedidas – primero Wiktoria, que todavía tenía puesto su vestido tradicional noruego; Rodrigo, que me prometía que todo iba a salir bien (probablemente pensaba que acabaría hiperventilando de tanto sozollo); Álvaro, Samuel, Meta, Kris, Mia, Jonah… Al final me vi sentada encima de mi maleta, absolutamente incapaz de cerrarla, hecha un mar de lágrimas, hasta que Karolina me ayudó con un fuerte tirón y Benedicte prácticamente me arrastró hasta el coche en el que esperaban sus padres y su hermana, listos para emprender el viaje a Oslo.

Podría seguir por horas y páginas. Me asaltan los recuerdos y quiero añadir más aventuras y anécdotas, pero no puedo recuperar cuatro meses en una tarde. De todas formas, me parece poco probable que se me olviden los detalles en los próximos tiempos – durante este verano y ahora mientras escribo lo veo todo delante de mis ojos como si hubiera pasado ayer.

Fue un semestre, fueron dos años, maravillosos. “Your highest highs and your lowest lows” es una frase que circula por las páginas de los Colegios del Mundo Unido, las palabras de un antiguo alumno que vienen a decir que en tus años en los Colegios alcanzarás las cumbres más altas y vivirás los momentos más “bajos”. La leí cuando rellenaba el formulario para presentarme a las becas hace ya tres años, imaginándome lo rica en experiencias y sensaciones que sería mi vida si lo conseguía, y ahora sé lo cierta que es, y la suerte que he tenido. Me siento increíblemente afortunada por haber podido disfrutar de Flekke este tiempo y por pertenecer al movimiento de los Colegios del Mundo Unido, que no acaba aquí. La nostalgia que siento a menudo, y echar de menos a mis amigos, es un precio que merece la pena pagar, y suelo consolarme pensando que si lo echo tanto de menos, fue porque han sido dos años condenadamente buenos.

Muchísimas gracias por leerme y animarme con comentarios durante mis aventuras en el fiordo. ¡Ahora podéis leer y escribir a Teresa! Aunque yo también tengo un nuevo blog (http://thezerovector.wordpress.com) y me alegraría si os pasáis. Gracias también a Teresa por darme el empujón que necesitaba – mucha suerte con tu blog y más todavía con tu vida como vikinga.

Si tenéis preguntas sobre los Colegios del Mundo Unido o queréis saber más acerca de algún aspecto de mi experiencia, ya sea porque estáis considerando presentaros o porque simplemente os pica la curiosidad, no dudéis en escribirme. Mi correo es lea.im.netz@gmail.com.

Un beso y hasta siempre,
vuestra Ylvi.

P.S. – Aquí os dejo algunos documentos gráficos del final de un gran capítulo…

Pippi y los latinos,  fiesta de graduación (foto de nuestro primer año Oliver)

En la ceremonia de graduación

Un regalo maravilloso de nuestros profesores.

Momentos de la ceremonia de graduación.

eseitís y vacaciones

6 Nov

¡Vacaciones de noviembre! Esa semana sin clase para la que ya estábamos contando los días hace un mes. Desde el jueves se han ido yendo los distintos grupos, mañana se va el resto: el de Praga, los que se van a Berlín, de los que me he despedido con un poco más de envidia (de la buena, por supuesta), los nórdicos, de los que la mayoría se va cada uno a su casita… Las comidas son mucho menos ruidosas, el campus está más vacío y no es tan difícil pillar una lavadora libre en Uncle Tom’s Cabin. La verdad es que cambia todo el ritmo del colegio, sobretodo durante el fin de semana, los dos primeros días de las vacaciones. La piscina está llena de gente, se usan más las cocinas de las casas para hacer bollos de canela y calentar pizzas y cuando bajo al pasillo de Denmark House, parece que Dios acaba de repetir la jugada de la torre de Babel: todos aprovechan para «eskypear» con sus familias, que seguramente ya los daban por desaparecidos: Omar en árabe, Jimmy en español, Axel en sueco… Se agradece mucho este ambiente relajado, después de los últimos meses…

Para mí no ha sido un comienzo tan idílico, ya que ayer escribí mi SAT (pronunciesé «eseití») 1, un examen necesario para estudiar en los Estados Unidos. Es algo a lo que he tenido rabia desde que comenzó el año. El SAT, o Standard Aptitude Test 1 es un examen que supuestamente evalúa nuestro conocimiento básico en matemáticas, comprensión lectora y escritura, pero en realidad no funciona, al menos no para nosotros. Viene de un sistema educativo completamente distinto tanto del que estábamos acostumbrados en nuestros países de origen como del que usamos aquí. En los colegios de secundaria estadounidenses se prepara a los estudiantes para estos exámenes con prácticas constantes, metiéndoles la estructura, la forma de contestar, el control del tiempo en la cabeza, mientras que para nosotros es algo completamente nuevo que se añade a todo el trabajo que tenemos ya de por sí, que además tenemos que pagar y para lo que adquirimos un conocimiento que no nos sirve para nada más que para esas seis horas. Eso sin contar que para nosotros el inglés es nuestra segunda o tercera lengua.

La experiencia en realidad no fue tan mala. No estaba nerviosa, porque estaba convencida de que había hecho lo humanamente posible por estar preparada, y sabía más o menos lo que me esperaba. Además, no era la única, éramos como treinta personas los que nos levantamos el sábado a las siete de la mañana y nos fuimos con nuestra calculadora, dos lápices del número dos, una goma, un sacapuntas y algo para picar al Hoegh. El corrillo que se formaba en los descansos alrededor de una bolsa de pan de pipas del Hacendado casi se podría describir como «koselig» (unos post atrás escribía sobre la imposibilidad de traducir este adjetivo, que se puede usar para describir tanto un gato ronroneando en tu regazo como una tarde que pasas en tu rincón con té, chocolate y una buena amiga). El examen consiste de diez secciones de preguntas tipo test: tres de matemáticas, tres de escritura (una de las cuales es un ensayo), tres de comprensión lectora y una décima que puede ser de cualquier grupo y se usa para estadísticas, pero no influye en nuestra nota. Claro que nosotros no sabemos cuál es. Las secciones duran 20, 25 o 10 minutos y lo que más fastidia no es la dificultad de las preguntas, sino el poco tiempo que hay para contestar y la velocidad a la que hay que pensar. En general, creo que no me salió mal. Las secciones de matemáticas fueron mis preferidas, ya que no eran especialmente retorcidas y siempre me ha gustado resolver problemas. Sin embargo, en las secciones de inglés hubo algunas preguntas en las que dudé bastante. Por un lado, encontrando minúsculos errores de gramática y eligiendo la mejor alternativa entre cinco opciones que en muchos casos eran bastante similares, o encontrar la palabra que mejor encaja en un hueco entre un puñado de términos que parecen sacados de un tratado sobre lingüística, escrito encima por alguien extremadamente redicho. Menos mal que al menos tenía la ventaja de hablar una lengua romance, con lo que pude reconocer las raíces latinas y deducir los significados de algunas palabras, pero aún así… Por otro lado, había preguntas sobre la intención del autor en distintos textos, la relación entre dos extractos, etc., y las opciones eran tan parecidas y abstractas que a veces tenía la sensación que al menos tres de ellas eran perfectamente válidas y justificadas, y no se trataba de responder lo que creías correcto, sino lo que creías que el SAT consideraba correcto… En fin… Luego las universidades son comprensivas y tienen en consideración que tenemos desventaja, pero es frustrante estar sentada ahí seis horas y pagar 78 dólares sólo porque quieren que pasemos todos por el mismo canal. Me pregunto a dónde va todo el dinero…

Como dice nuestra profesora de español, aquí todo con alegría. Así que mañana me apuntaré para los SAT 2 de diciembre. Esos son más cortos y van por asignaturas. De nuevo, da absolutamente igual que asignaturas escoja – lo que quieren es un papel que diga que he tomado dos SAT 2. Así que para mí será alemán y mates, probablemente. Casi me da vergüenza, pero bueno…

El caso es que lo he sobrevivido sin más secuelas que una sensación general de embotamiento y un ligero dolor de cabeza, pero creo que los daños no son permanentes. Así por lo menos tuve la excusa perfecta para no hacer nada de utilidad el resto del día. Me dejé mimar por Mia, mi primer año alemán con un té sabor a «flirteo atrevido» (suena mejor en alemán), me quedé dormida en la cama de Rodrigo mientras veíamos V de Vendetta por ser el 5 de Noviembre, me duché, me fui a cenar, pasé mi turno de socorrista escuchando el nuevo disco de Tom Waits que me ha pasado Max. Buenísimo, por cierto. Todavía no lo he escuchado suficientes veces como para acordarme de todas canciones, pero al menos New Year’s Eve es preciosa. Entre el saxo que se puede distinguir en el fondo, la letra y la voz del cantante casi se puede sentir sobre la piel la melancolía que aparece a veces alrededor de la Navidad… Los latinos andaban haciendo el tonto con las piraguas, la habitación 201 de Denmark House estaba intentando convencer a Ben de que se metiera en la piscina fría y Ieva y Vita, primer y segundo año de Lituania, disfrutaban de los chorros de agua.

Más tarde hice una olla enorme de palomitas, que sabían muy, muy, muy parecidas a las de Juanjo, y Rodrigo y yo nos las zampamos durante los primeros veinte minutos de El ataque de los clones. Casi me siento como si estuviera en Puentetoma, y estos días que tenemos visita de Elsie, la hermana pequeña de Olga, mi compañera de cuarto, es una pena que no pueda venirse Uli. Tengo la impresión de que se llevaría genial con gente como Rodrigo. Hoy probablemente haremos la otra mitad del paquete de maíz para acompañar La amenaza fantasma. Se han sumado también Álvaro y una promesa de bollos de canela… A ver si es verdad.

A partir de mañana sí que voy a ponerme a trabajar, pero de vez en cuando estos fines de semana sabáticos no vienen nada mal… Me tomaré el tiempo de escribir más a menudo, al menos durante esta semana. Un beso desde el relax absoluto…

y allí en noruga, ¿no te deprime el frío y la oscuridad?

12 Oct

Kristoffer (Dinamarca) y yo delande del edificio de ciencias (¡esto es lo que vemos cuando desviamos un poco la mirada durante las clases!) el sábado pasado. Otra mañana regalo del viento del norte. La foto es de Mette, también de Dinamarca.

A pesar de los abetos que cubren las montañas alrededor de Flekke, y que «son tan verdes en verano como en invierno, cuando nieva» (preguntad a lo alemanes por su «O Tannenbaum, O Tannenbaum»), sí se nota la diferencia con las tonalidades frescas del verano…

Sol, sol, sol. Hace un día tan espléndido en nuestro fiordo que incluso el peregrinaje de las sábanas es un placer. Desde que han abierto el nuevo edificio de mantenimiento un poco más alejado de las casa, ya no cambiamos nuestras sábanas en Uncle Tom’s Cabin, sino que tenemos que andar un poco más lejos. Un corriente constante de peregrinos, cada uno con su saco blanco a la espalda a la ida (las sábanas metidas en la funda de la almohada) y un taquito impecablemente doblado en las manos a la vuelta, pasa debajo de mi ventana todos los miércoles. Un miércoles es a gente de Norway, Sweden y Finland House, el siguiente somos nosotros de Denmark House y nuestros vecinos de Iceland House. A mí personalmente no me importa andar, es más, me gusta, especialmente cuando hace un tiempo como hoy. Cielo azul, sol, un poco de viento fresco y unas nubes blancas y algodonosas como ovejitas, por una vez nada amenazantes. Kristoffer me estaba explicando hace un momento que hoy hace buen tiempo porque sopla el viento del Norte, y es un viento seco y frío, al contrario que el viento del suroeste que sopla normalmente y que nos trae esa capa pesada de nubes grises y los chaparrones de los últimos días. Mira que siempre nos reímos de los estudiantes de Environmental Systems por ser no ser una «ciencia de verdad», ya que en principio es una asginatura pensada para estudiantes más enfocados en las humanidades, pero a veces parece que aprenden más cosas útiles para la vida…

Las de esta semana han sido unas lluvias torrenciales, incluso ha granizado. Somos conscientes de que días de sol como hoy son un milagro, un regalo antes de que venga el invierno largo, oscuro y frío, que ya se puede oler en el aire y que nos empieza a retrasar los amaneceres. Son las últimas oportunidades de dar un paseo a la isla tranquilamente, o sentarse delante del edificio de ciencias, en el embarcadero, de cenar fuera, de llevarse los libros y ocupar una de las rocas en las que rompen las olas de miniatura, de ponerse un vestido de verano y pintarse las uñas de los dedos de los pies para despedir las sandalias, de abrir la ventana y de escuchar la música de Sweden House 201 durante el peregrinaje, que varía desde los clásicos del colegio a Vivaldi, del hip-hop a los Ramones… Así que aprovechamos bien estos días que nos ofrece el Viento del Norte. Hoy después de limpiar la habitación me fui con Bennie a Flekke, y cuando superamos la colina a la entrada del campus, pasamos la primera curva y vimos los valles con sus pequeñas granjas, las ovejas pastando a la orilla del fiordo y el lago al otro lado de la carretera, todo bañado por el sol de la tarde me di cuenta de lo mucho que me guste este sitio. A veces tengo la sensación de estar encerrada, a un lado roca, al otro el fiordo, y por encima las nubes y una masa de trabajos y exámenes, de relaciones complicadas y pequeños dramas que en ocasiones casi me aplasta. La burbuja se ma hace demasiado pequeña y tengo ganas de irme, de hacer otras cosas… Pero en días como éste sé que de alguna manera lo conseguiré, y que en realidad, como diría mi padre, todo es nada (en el buen sentido de la expresión), de que hay un montón de cosas que disfrutar y vivir aquí, de lo contenta que estoy de estar en Flekke y no en otra parte, y con estas doscientas personas y no otras. Y de que mi ventana de al fiordo.

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   Hablando de ventanas…

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Caminé con Bennie hasta Flekke Shop, y vuelta, y aunque a veces nos caían un par de gotas que quizá se confundieron de valle, aunque teníamos el anorak de invierno puesto y se nos enfriaron las mejillas, fue una tarde maravillosa. Se me había olvidado la cámara, siempre me da una rabia tremenda, y cuando llegamos al campus, salí otra vez para hacer algunas fotos. En realidad pensaba subir al blog las fotos de mi PBL, de mi semana de escalada y surf, pero al final me ha salido este torrente de palabras… Igual que las fotos nunca captan los tonos exactos de los árboles otoñales, los matices cálidos de la luz y mucho menos la sensación del sol sobre la piel, creo que por mucho que escriba, no voy a poder transmitir la felicidad que flota de casa en casa, por las calle principal del campus, se cuela por las ventanas y agita un poco las cortinas de las camas… De forma que lo dejo así – espero que os gusten las fotos, que no os parezcan aburridas. ¡A ver si consigo subir las de la PBL hoy también!

Flekke. No sé si soy yo y mi tamaño de hobbit por el que soy conocida entre mis amigos nórdicos, o esto podría ser la Comarca. Una cueva por aquí y un trol por allá (aunque quién dice que no estén ya por ahí…)

¡Estamos aquí, estamos aquí!

koselig

7 Sep

Tengo dos minutos para escribir, uno y medio. Los martes y jueves es día de baño matutino, así que tengo que irme a dormir. Hoy ha sido un día bueno, que ha empezado con una agenda llena hasta el último renglón y cada minuto planeado, y ha acabado con una Lea feliz que, de alguna manera, ha conseguido hacer casi todo lo que se proponía y además con buen talante, y ahora se siente satisfecha y contenta consigo misma. Casi ronronea. Los resultados de esta tarde son cinco bolsitas de té en la papelera, tres mías, una de Ben y otra de mi primer año de Suiza, una enorme tarjeta de cumpleaños colgada en la kantina par sorprender a Kathrine mañana y un ensayo comparativo de literatura mundial que solo necesita una última pasada y cuenta con la aprobación de María Teresa, nuestra profesora de español. Ah, y una lista de universidades interesantes que sigue creciendo…

Fue mi primera tutoría con María Teresa, y aunque había acabado un primer borrador del ensayo, lo leí ayer y vi la luz, así que me pasé la tarde entera en mi cuarto reescribiéndolo y cambiando el enfoque del tema. Lo disfruté de verdad, y ni siquiera me distrajo la visita primero de Ben, con el que vi un cortometraje muy filosófico y luego otro muy ácido, además de ver un espectáculo espontáneo de breakdance en mi cuarto, y después de Raphael, mi primer año de Suiza, que venía buscando Internet y se quedó repantigado en mi sillón maravilloso, enseñándome un poco de alemán suizo. Es un dialecto tan extremadamente gemütlich, una palabra que no se puede traducir al español, pero que designa a Bennie cuando se pone su enorme jersey noruego y me da un abrazo, a un gato acurrucado calentándote la tripa, a mi cama llena de cojines y postales y quizá también a Álvaro cuando me rasca la mejilla con su barba de tres días.

Acabé tres minutos antes de tener que irme, eso sí, muy satisfecha con lo escrito, y subí a «la colina de los profesores» en la oscuridad y la lluvia, para llegar a la acogedora casita de María Teresa. La verdad es que estaba bastante nerviosa, porque María Teresa y yo hemos tenido nuestros desacuerdos y yo no estaba muy segura de mi trabajo… Pero enseguida me sentí muy a gusto. Katu, que tenía «cita» antes que yo estaba todavía, y me hice un té indio que me ofreció María Teresa. Su casa es como el templo de la Literatura y el Arte al que acuden los habitantes de Flekke a presentar sus respetos. Muchos libros, un retrato de Frida Kahlo y entradas y recuerdos de sus visitas al Teatro del Globo para asistir a distintas representaciones de obras de Shakespeare. Fue una conversación muy productiva, de la que salieron aspectos nuevos de mi trabajo, muy interesantes, y a la vez la seguridad de haberlo hecho bien, porque podía hablar de él, y explicarlo y María Teresa entendía lo que quería decir. Me he dado cuenta de que el nuevo nivel de confianza y conocimiento que hemos alcanzado los segundos años, y que disfruto cada día más (como dice Fredrik: «Ya nos podemos andar desnudos entre nosotros. Total…»), se puede aplicar también a los profesores, y realmente disfruté mucho mi tutoría.

Poco a poco me voy acostumbrando a ser segundo año. A tener que irme del Dayroom un poco antes porque hay que trabajar, a renunciar a algunas conversaciones y visitas, a concentrarme cuando hace falta y a perderme algunas cosas. Voy dejando atrás la envidia que tenía a los primeros años y las ganas de volver a vivirlo todo, y en vez de eso disfruto su compañía relajante y divertida y de verlos comenzar estos dos años maravillosos. Cada uno tiene lo suyo, y yo lo mío no lo cambiaría por nada. Sólo hay que gastar un poco de energía en mantener la cabeza despejada, el rincón ordenado, la mente libre de estrés y la mente libre de estrés. Cuesta, pero vale la pena.

Ahora volvía de colgar la tarjeta para Kathrine en la kantina con Marco, y nos hemos dado cuenta de que las farolas del campus no funcionan esta noche. Se ven muchas más estrellas y las casas parecen tener velas detrás de algunas ventanas. Es precioso ver las sombras detrás del cristal, ver luz en algunos cuartos, en otros no. Gente doblando la ropa, preparando la mochila para mañana, comiendo una manzana, hablando, leyendo… Yo me voy a dormir. Os dejo un link, quizá un poco ridículo, pero nunca se sabe…

make-everything-ok.com/

una vista al fiordo

25 Ago

Es difícil sentarse en mi rincón durante más de veinte minutos, por muy bonito que sea. Esta lleno de dibujos de Uli y de postales, tengo un sillón y una silla de escritorio con ruedas. Mi ventana da al fiordo y me hace sentir como una reina vikinga, oteando el horizonte, esperando el regreso de los barcos, y encima de mi cama se abre un enorme cajón en el que me tengo que meter para alcanzar el fondo. ¡Soy un segundo año!

Estos días son sencillamente maravillosos. Encuentros y reencuentros, bienvenidas, encontrar en las cajas regalos y sorpresas inesperadas, ver cómo las esquinas y ventanas vacías se llenan lentamente de lámparas de lava, dibujos, altavoces, material de escritura, tazas de té y paquetes de fideos precocinados…  De nuevo parece que en vez de una semana han pasado dos meses, y hay mucho que contar y poco tiempo.

Cuando no estoy decorando nuestro cuarto con Wiktoria (Noruega) y Olga (Finlandia), mis nuevas compañeras de cuarto y coaños, o tomando un té juntas para dar la bienvenida a Sangita, nuestra compañera recién llegada de Nepal, estoy haciendo la ronda por las habitaciones de nuestros primeros años latinos y germano-parlantes – de ambos tenemos muchos este año y eso nos hace mucha ilusión. Cuando no estoy nadando a la isla en el medio del fiordo con otros aficionados al agua fresca, estoy hablando durante dos horas sobre mi clase de matemáticas… Desde el lunes, que pasamos esperando emocionados a los primeros años, recibiendo cada autobús desde las nueve de la tarde hasta las cuatro de la mañana con una explosión de alegría, gritos, colores, pacartas, vuvuzelas, sonrisas y abrazos, hasta una última ronda a las cartas en el Dayroom de Iceland House, desde un paseo con mi primer año Alberto hasta una conversación espontánea con Max, de Dinamarca, en medio de la más ruidosa de las reuniones latinas, desde aprender a partir una manzana con las manos de una chica de Latvia hasta dejarle un regalo de bienvenida a mi amiga secreta Ieva, de Lituania…No he parado de conocer a gente interesante, divertida, confundida, tímida, curiosa… Y yo no podría ser más feliz. Viendo la cola en la cantina, disfrutando de una ajetreada sesión de limpieza en la casa, esquivando a un noruego pasando en skateboard a tu lado que después te encuentras durmiendo en tu cuarto, en la cama de su segundo año después de una reunión de noruegos, te das cuenta de que este sitio necesitaba gente nueva, y que bueno, va a ser un año genial. Todavía nos faltan algunos por llegar, como mi compañera de cuerto Sukeji o Peace, de Sudán, pero seguro que estaremos completos muy pronto…

También es interesante estar «al otro lado». Muchas de las actividades han sido orgnizadas exactamente igual que lo fueron el año pasado, y es surrealista descubrir que ahora estas bailando y tonteando con los latinos en la misma reunión en la que hace un año estabas sentada en el sofá, confundida y sintiéndote profundamente europea. Puedes ver tus emociones pasadas, reflejadas en las caras nuevas como en espejos: la curiosidad, la confusión, el estar descolocada, la emoción, el casancio y los nervios. Da un pequeño pinchazo de melancolía, porque sabes que eso ya no te toca a ti, pero sobre todo es agradable descubrir que sí estás preparada para contestar las innumerables preguntas, calmar los nervios, acoger a los descolocados y demostrarlos que son bienvenidos. No me siento como uno de los segundos años que tanto admiraba el año pasado, pero sí como alguien que puede echar una mano con la colada, o puede decirte donde hay la mejor conexión de internet en el campus y, por supuesto, sabe la diferencia entre el nivel alto de matemáticas y el medio.

Muchos segundos años nos comentaban que las relaciones entre los distintos años van en ciclos, como muchas cosas en el colegio, y que como grupo, ellos se sintieron más cercanos a sus segundos años, y que por eso no fuimos un bloque tan unido el año pasado. Según esta teoría, que para mí tiene sentido, nos toca a nosotros acoger a los primeros años de la mejor forma posible y romper esa barrera entre primeros y segundos años. Las amistades de persona a persona fueron maravillosas igualmente el año pasado, y a pocas personas me sentí más cercana que a Rafa, de Venezuela, que ahora me escribe desde Brown, pocos me han cuidado como mis compañeras de habitación Anyuri y Sophie, o me han tomado tanto el pelo como Mitch, de Canadá. Pero sí es cierto que me siento al mismo nivel que los primeros años en todos los aspectos, menos en algunas experiencias, más de lo que hacía con ls segundos años el otoño pasado. Quizá es por la edad, que en ocasiones me acerca más a los primeros años que a mis coaños, o la enorme lección de humildad que me ha dado este sitio, o la sincera alegría de conocerlos a todos… Y si ahora todavía escucho murmullos y risas de nuestro Dayroom, puede ser que nuestros segundos años tuvieron razón…

Sólo una cosa es más emocionante y satisfactoria que hablar media hora con Diego, de Bolivia, que ha llegado hoy, o hablar todos los idiomas que conoces en diez minutos con un danés simpático, o colgar las bnderitas budistas de Sangita encima de nuestra puerta, y es sentarse al lado de un segundo año y encontrarte al poco rato en una conversación intensa que podrías continuar para siempre. Ya sea en mi cama con Rodrigo hasta las cuatro de la mañana sobre la vida y la filosofía, el sabotaje del subconsciente y el alcance de una sabiduría perfecta justo antes de la muerte; con Víctor en frente del horno mientras se tuestan nuestros bocadillos de queso, sobre las aventuras y desventuras de este verano; con Gareth dando un paseo por la calle principal del campus; con Katu mientras quemamos y sellamos las puntas de las cuerdas para las bolsas de la colada de nuestros primeros años, con Romy sentadas en el mostrador de la cocina de la casa de Bennie en Oslo sobre chicos, por supuesto… Ha sido inesperado, pero muy gratificante que sentir las amistades se han hecho más fuertes y seguras durante el verano, la confianza única que suerge de un año de convivencia, de anécdotas y experiencias… No sólo con los amigos cercanos desde el principio, sino también con otros que de repente se han convertido en ellos. Me he dado cuenta de lo bien que nos conocemos, y de lo sinceros que en muchos casos esto nos hace ser los unos con los otros. Es una sensación maravillosa.

Ahora me iré a dormir, que mañana me toca pintar las bolsas de la colada con los primeros años de Denmark House. Después vendrá la película del viernes, el primer café en Snikkarbua, la fiesta del sábado… Casi me dan ganas de saltar de la cama y empezar lo antes posible.

Un beso desde Denmark House 203, desde la ventana iluminada por la lámpara naranja, desde Flekke, un pueblo pequeño, pero grande… ¡Mañana, fotos!

¡Haaatchi!

5 Ago

Buff, esto huele a cerrado… Y cada vez que ha… ha… ¡haatchi! aparece una letra en la pantalla levanta una nube de polvo impresio… ¡haaatchi!… impresionante. Pero supongo que es mi culpa, por no haberme pasado más a menudo para mantener esto mínimamente limpio y fresco. Sólo puedo dar las gracias que no se hayan instalado todavía las arañas, porque entonces, en vez de empuñar valientemente el plumero y la fregona virtual, ya hubiera salido corriendo como alma que lleva el diablo para no volver nunca, gritando como loca. Virtualmente, claro.

A finales del trimestre pasado, recibí un correo desde la Fundación de los Colegios del Mundo Unido de España que me pedía escribir una carta y grabar un pequeño vídeo para agradecer a mis patrocinadores, el BBVA, la beca que hace posibles estos dos años en Noruega. Como mi inclinación natural es la escritura, redacté una carta relatando algunas de las mejores experiencias de este curso, algunos de los pensamientos que me cruzaban la mente ahora que el primer año estaba acabando… Pero a la hora de hacer el vídeo, lo fui empujando delante de mí durante las semanas de estudio y exámenes, las despedidas y los últimos días. Después me dejé la cámara de vídeo en el colegio como consecuencia de hacer las maletas y guardar todas mis posesiones en 20 cajas a las cuatro de la mañana, y como castigo divino, la cámara prestada escupió unos archivos alienígenas que emprendieron una lucha encarnizda contra mí y mi software terrestre, que ganamos nosotros por los pelos. El resultado os lo dejo aquí…

Pero resulta que el trabajo valió la pena incluso más de lo que pensaba, porque poco después de que la Fundación colgara mi video en Facebook, recibí un mensaje desde Noruega, de Asbjørn Eikerol, al que normalemente vemos en los eventos culturales de Dale y que viene también al colegio para la actividad de bailes tradicionales y para algunos de nuestros espectáculos interculturales. De forma que tiene más relación con el colegio, y me escribió par preguntar si podía colgar mi vídeo en un blog colectivo en el que participa y donde se publican novedades y eventos de la comarca de Fjaler.

Os dejo aquí el link al blog

… el link a todos los post publicados por Asbjørn

… y los links a las entradas que nos ha dedicado a mi segundo año Irene y a .

Escribí un texto en inglés, traduciendo un poco el contenido del video y ampliando un poco, así que lo cuelgo también aquí. Os dejo con esto de momento, pero volveré pronto, ahora que las barras laterales ya no chirrían y he limpiado un poco las ventanas para dejar entrar la luz. Virtual, claro.

After one year at the Red Cross Nordic United World College, I am back in Puentetoma, my little village in the north of Spain, enjoying some time off and a relatively warm summer. I remember being here one year ago, trying to make a list in the warmth with the things I thought I would need in the cold: rain jacket, winter clothes, thermal underwear, mountain boots… Afterwards it was almost impossible to close the suitcase, even with me sitting on it! Then I threw a farewell party, said goodbye to my friends and family, played a last football match with my brother and enjoyed for the last time in months my dad’s great tortilla… I knew that I would not be in Spain for quite a while!

For the coming year, I expected adventures, great experiences… I was curious, excited and also nervous; after all, I did not have a clear idea of how the life at the shore of the fiord would be. It was a big challenge.

Now that I am home again, I can compare the expectations I had last summer with the memories I treasure now, and I know that this year has been even better than expected. I have met people from all backgrounds, cultures and ideologies, we have discussed and debated together, finding points in common which sometimes surprised us, and learning to respect our differences. We have also learned to work together, finding out our strengths and how we can contribute to the team, and how the team can help us in our task. At the same time, the freedom that we enjoy at RCNUWC, gives us the chance to discover our own rhythm and motivation to work.

When we first years said goodbye to our second years in March, we were grateful that we still had one more year left at the College. A year that we are looking forward to: we are going to meet our first years, the next generation, and we will have the chance to help them, just like we were helped last year; there will be more snow, more «latino gatherings», more parties and projects, more jumps into the fiord and pre-cooked noodles at midnight; more great experiences and small anecdotes.

We don’t want to think much about it, but this is our last year. I am sure that we will make the best out of it, to learn and enjoy as much as possible, so that next year, when it is our time to go, we are ready to use what we have learned and give back what we were given.

Probably, some of us hesitate before taking the next step, but deep down we know that these two years are enough for us and that we have to leave space for those who will come after us.

It won’t be saying good bye to my friends and to the college only – I am also going to leave behind Norway, which by know means a lot to me. When we had to write down our preferences among the United World Colleges, which countries we wanted to go to, Norway was my first choice. We did not know much about any of the colleges, but even though there were much more exotic choices, I felt that Norway with its fiords and mountains, glaciers and forests was exotic for me, in a different way than Costa Rica or India, of course, but still very different from Spain. As a half-German girl, I also felt instinctively drawn to the Nordic region, identified with the social values and culture. Our College is quite isolated, three kilometers away from Flekke and about twenty minutes away by bus from the next bigger town Dale. But somehow it was possible for me to see and learn a lot about Norway and the people who live there, and I appreciate it very much. Through a four-day expedition to Jostedalsbreen, the visits of locals to our college for theater representations and shows, volunteering at Ridderrennet in Beitostolen for a week, celebrating the Norwegian National Day and taking part in the parade in Dale, trips to Forde or Bergen and my participation in the college’s host family program, a great opportunity to get to know the lifestyle of a Norwegian family, make friends and enjoy wonderful weekends away from the college routine. I have found both, the great differences from my home country as well as the similarities and affinity in character with what the Nordic region represents. Soon it will be time to go back, and I don’t only feel like I am leaving home, in a way, I am also coming home!

With this video I am trying to give an idea of what this year at RCNUWC has meant to me, and thank not only my sponsors, but everyone who has made this possible and has contributed to the amazing experience.

Coming to Flekke has been like a jump into the fiord. Maybe during the few seconds when you are suspended in the air, looking towards the very cold water that is waiting for you, you are a little bit scared. But one you are in it, and you feel your nerves and muscles awake and ready to swim as fast as possible to the ladder, you don’t regret it a bit!

bye bye, love…

25 May

Cuesta un poco escribir de nuevo cuando pasa cierto tiempo desde la última entrada. Se acumulan las cosas que contar, que aquí además tienen lugar en los extremos opuestos del espectro emocional, y aunque me gustaría contaros todo lo que ha pasado en estas semanas, es muy difícil, porque el presente es demasiado intenso como para que tenga tiempo de revivir el pasado. Ayer se fueron nuestros segundos años, acabaron sus dos años en el pequeño Flekke a las orillas del fiordo de Flekke, y cogieron sus maletas, cerradas a duras penas, con ayuda de pesos humanos y fuerzas sobrehumanas, y se metieron en sus autobuses, aviones, ferrys y trenes para regresar a sus casas, viajar por otros países o llegar a otros destinos.

Fue una despedida inmejorable, triste y alegre, «bittersweet», que suena mucho mejor que agridulce, como son todas las buenas despedidas, amargas por el final que significan, pero dulces por los recuerdos que dejan y por los comienzos que pueden significar. Hubo una fiesta por todo lo alto, completamente loca e inolvidable en Flekke, y una ceremonia formal y emocionante, con varios discursos, uno divertido, otro verdadero, un baile que nos hizo llorar y canciones que nos hicieron bailar, con sonrisas de orgullo y los padres de Rafael, que agitaron la bandera de Venezuela cuando recibió su diploma. Siguieron besos salados y abrazos de dos, de tres, de más, de todos los latinos, deseos y felicitaciones y últimas palabras y regalos. Y se fueron.

Nos hemos quedado los primeros años, sintiéndonos un poco solos y abandonados bajo la lluvia, en un campus un poco más vacío y silencioso de lo acostumbrado. Pero nos tenemos los unos a los otros y de alguna manera, sobreviviremos. Después de algunas horas, para unos más, para otros menos, de abrazos, lágrimas y consuelo, conseguimos dar el primer paso y levantarnos de las camas, para limpiar las habitaciones, ir despojándonos de los restos que los segundos años han dejado por sus esquinas y ocupar paulatinamente y con cuidado su espacio. Detrás de las ventanas, los escritorios privilegiados a los que llega la luz del día están siendo tomados por nosotros, y yo ya estoy sentada en uno de los muchos sillones, hamacas o sillas especiales que han rondado por el colegio por miles y miles de años y han pasado de generación en generación hasta acabar en nuestros rincones, en mi caso a través de Irene. Hemos lavado ropa, nos hemos duchado y quitado las trazas de maquillaje, hemos ordenado relativamente los regalos que hemos ido recibiendo y nuestras propias pertenencias que hemos tirado en nuestros rincones durante la última semana, cuando siempre tuvimos cosas más importantes que hacer que algo tan banal y sinsentido como ordenar.

En algún momento entre la cena y ahora, he notado que la tristeza no ha remitido, pero ha dejado de doler, y que ahora puedo sonreír a la llama de sal boliviana de la oreja partida que me ha regalado Sara y me divierte el hecho de que en el mapa canadiense que me ha regalado Rafa, Méjico está exactamente en el centro. En algún momento podré escuchar otra vez música más animada que Leonard Cohen o Tom Waits, dejaré de quedarme parada medio segundo cada vez que entro en mi habitación y me falta la mitad de su contenido, y con mucha, mucha suerte dejaré de olisquear una manta que también me han regalado, que la verdad es un poco patético, ¿verdad?

Este sitio ya no será el mismo. No será peor, probablemente incluso mejore. Y aunque echaremos de menos a muchos, seguiremos siendo seres felices en este mundo maravilloso.

Mucha suerte a todos, donde quiera que estéis o estaréis, un beso y… gracias.

brotes de pascua

26 Abr

En un tiempor en el que la Pascua pagana celebra el renacer de la vida después del largo y frío invierno, el surgir de nuevos brotes, el fin de la hibernación y el comienzo de la primavera, aquí en Flekke también han salido los pollitos de entre las cáscaras de los huevos. No sólo el tiempo nos ha dejado claro que comienza un nuevo ciclo natural, también la llegada, de momento sólo virtual, la invasión, de los primeros años, que desde todo el mundo nos mandan mensajes, solicitan nuestra amistad en Facebook y han creado un grupo donde dejan mensajes y más mensajes cargados de ilusión y expectación.

Todo esto tiene como consecuencia el inevitable cotilleo en páginas y perfiles de facebook, entre publicaciones e «información personal», comentarios y prejuicios que yo intento mantener al mínimo. A mí lo que realmente me gusta es mandar correos electrónicos a mis primeros años de España y Alemania, Alberto y Miriam respectivamente, tranquilamente y alternando la información sobre el colegio con las preguntas por sus ciudades, gustos, preferencias… Sé que el uno es de Amería y tiene cumpleaños el mismo día que yo, mientras que la otra es de un pueblo del Sur de Alemania y le gusta viajar. ¡Qué emoción por conocerlos finalmente en persona!

Además visito con orgullo el blog que han creado mis primeros años españoles:

www.livingfromto.wordpress.com

Hace unos días les dejé un comentario, que «cuelgo» aquí también para que llegue a todos, y para que veáis lo contenta que estoy. Vamos, me froto las patitas pensando en el año que viene… Mientras consiga no pensar en las depedidas de éste…

¡Hola a todos!

No
sabéis la alegría y la emoción que siento cuando leo las entradas
ilusionadas y expectantes, igual de ilusionadas y expectantes que la que
escribí yo hace un año en mi blog… No sólo porque sé exactamente cómo
os sentís, porque las semanas “antes de” fueron para mí casi tan
maravillosas como las que tengo ahora y me acuerdo de ellas, sino
también por vosotros. Ya os conozca o no, os haya escrito o no, mandado
un consejo más o menos útil o no, me siento orgullosa… ¡de que mis
primeros años tengan un blog! ¡de que vosotros os vais a desperdigar
ahora por el mundo y vivir algo parecido/radicalmente distinto a mi
experiencia. Pero eso sí, ahora hablando desde mi papel de segundo año
serio y responsable (psé), una vez que habéis demostrado que podéis
valer para esto, comienza el trabajo: ¡ponerlo en práctica! Así que
nada, disfrutad, aprended y “pásenla bien” (como dice mi coaño
venezolano)…

Os
deseo mucha suerte en vuestro periplo, vuestra odisea virtual, y mucha
más en la real, y os mando un beso enorme desde los fiordos ya
primaverales de Noruega.

Lea

También me ha llegado hoy el maravilloso correo de Miguel, el padre de Laura, que está pensando presentarse el año que viene… Me doy cuenta de que sólo soy una gota más en el chaparrón de primavera, que cae todos los años, y no me molesta para nada.

¡Un abrazo para todos! ¡Suerte!

gaviotas y arte IV

15 Abr

Post dividido en partes – consecuencia de verborrea extrema por contención forzada y de larga duración.

Para volver al buen tiempo, dejo atrás la sala de exposiciones y os dejo algunas fotos de esta semana, durante la cual hemos tenido un programa especial de entrenamiento por la tarde para nuestra actividad de Leiskule, término noruego que designa una especie de campamento al que van todas los chicos noruegos en algún momento de la educación primaria por una semana y hacen distintas actividades. Lo ofrecemos también en nuestro colegio, y cada uno de los estudiantes forma parte de un grupo que lidera una actividad un día a la semana, desde ahora hasta el invierno del año siguiente. A mí me tocó kayack, mi primera opción y ya os podéis imaginar cómo disfruté estas tardes en el fiordo con un grupo muy divertido. Menos mal que el tiempo hizo lo posible por acompañar el evento – incluso nos tiramos al fiordo para rescatarnos los unos a los otros…

Hoy acabó todo: tuvimos conejillos de indias (en el buen sentido de la palabra – estamos agradecidos), chicos de Flekke que se prestaron a salir al fiordo con nosotros y ponernos a prueba. Creo que salió bastante bien y ellos también se lo pasaron bien. También la exposición de Arte fue desmontada hoy, y me di cuenta del hecho (bastante dramático, en mi opinión) de que los estudiantes no se pueden llevar sus obras – falta de sitio en la maleta. Sin embargo, ellos lo parecen llevar bien. Además de quemas, nos encontramos un hombre de arcilla sentado mirando hacia el fiordo, y en la arena, debajo de la ventana del estudio de Arte, desenterramos varias piezas, no sólo de este año, pues algunas ya llevaban flora incluida. Una experiencia muy filosófica…

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PS: Feliz Día de la República – ya sé que me he retrasado un poco, pero… ¿no queremos que cada día sea Día de la República? Lea nunca llega tarde…

gaviotas y arte I

15 Abr

Post dividido en partes – consecuencia de verborrea extrema por contención forzada y de larga duración.

El fiordo, de tonalidades veraniegas.

Otra vuelta a casa. Cada vez que regreso a este lugar remoto, a este punto en el mapa (si acaso), a este precioso culo (u ombligo) del mundo, me doy cuenta de que es uno de los lugares en los que me siento en casa. Estuve durante una semana en un pequeño pueblo en el oeste de Noruega, donde tiene lugar el Ridderrennet, una semana de esquí para personas discapacitadas de todo el mundo, con entrenamientos y carreras, guías individuales y especializados y todo tipo de servicios pensados para personas sordas, ciegas o con otro tipo de discapacidad. Yo era parte de un grupo de doce estudiantes del colegio que fueron allí como voluntarios (o participantes) para ayudar a las personas que lo necesitaran durante las comidas, y fue una experiencia extraordinaria. Pero más sobre esto cuando tenga las fotos, ¿vale? Que hay mucho que contar y se convertiría en un bloque de texto tan largo que, si no lo interrumpo con algunas fotos, se convertiría en un montón de hormigas bailando salsa en las pantallas de vuestros ordenadores.

 «Gaviota, gaviota, blancura y delirio, aire y bailarina, gaviota de asombro…» – Silvio Rodríguez

El caso es que Flekke nos recibió de maravilla. Justo antes de parar y bajar del autobús, todavía suplicábamos a Edmund, nuestro conductor, que nos llevara de vuelta las seis horas, sobre todo pensando en la comida de la kantina, que después del beicon frito, la tarta de fresa y queso y las demás delicias del hotel, nos sumiría en una depresión gastronómica; pero entonces vimos a Nikhita, de Rusia, corriendo desde el otro lado del campus y lanzándose a los brazos de su amigo Andris, con una pasión que parecía que hubieran estado separados meses; y nos pusimos contentos de estar de nuevo en RCN. Además, hacía un calor muy agradable: catorce grados, por primera vez en el año sobre cero, la gente en falditas de verano y camisetas de manga corta paseando, el fiordo lleno de gaviotas ruidosas (bueno, a me gustan) y el aire con olor a tormenta de verano. Y rodajas de sandía en la kantina por la visita del Nordic Council, conocidos como “el consejo de ancianos (en el sentido metafórico de la palabra) que pone el dinero”.

 Segundos años – los primeros valientes, sacando sus pesados tomos al sol

Esa misma noche fue la inauguración de la exposición de los estudiantes de arte, que mostraron las principales obras de estos dos años después de sus exámenes, en los que tenían un tiempo limitado para diseñar y montar sus rincones y explicar los significados y motivos detrás de sus cuadros, esculturas, fotografías e instalaciones.

Durante todo el año he admirado muchísimo el trabajo de los estudiantes de arte e incluso me arrepentí en algunos momentos de no haber cogido la asignatura. Arte es una de las asignaturas que consumen más tiempo y desde luego requiere creatividad, algo que no surge así como así cuando el artista la requiere, tampoco en situaciones de presión. Además, creo que muchas veces es difícil encajar tus ideas y proyectos en los requisitos de una “autoridad superior” el IB, sobre todo cuando el arte suele ir acompañado por pasión, especialmente para un artista.

La exposición fue maravillosa. Me di cuenta de que la forma en la que veía las obras cambió mucho por el hecho de que conocía a los artistas. Me tomé mucho más tiempo observando cada una, un tiempo que valió la pena, imaginándome a la persona dibujando, o tallando o trabajando de cualquier otra forma en ellas, y pensando en mi opinión sobre ellas, si realmente me gustaban y por qué.

 

Los artistas también estaban, todos en sus mejores galas, con una rosa que les regaló Reidun, la profesora de Arte, y una sonrisa orgullosa en la cara. Mucha gente preguntó por los significados, y los mensajes que querían transmitir, y de forma involuntaria escuché algunas de las explicaciones y me di cuenta de que también era interesante, no tanto porque me abriera los ojos a lo que el artista quería decirme, sino porque con algunas de las descripciones no estaba de acuerdo, pero eso me hacía reflexionar todavía más.