Hace algunos días encontré medio por casualidad el blog de mi relevo en Flekke, Teresa: http://teresairigoyen.wordpress.com. Pude comprobar que me iguala, si no sobrepasa, en entusiasmo y ganas de comunicarlo, y me hizo mucha ilusión saber que sigue habiendo una vikinga en el espacio virtual. Leer las entradas sobre la emoción de las primeras semanas, las descripciones de compañeros, de la habitación, de lugares y acontecimientos nuevos me llevó a recordar cómo fueron mis primeros meses en Flekke y cómo los describía en el blog, muchas veces a las tantas de la noche por falta de tiempo, con el mismo sentimiento de asombro, maravilla y felicidad que destilan las palabras de Teresa.
Depués de curiosear por las entradas de mi “cero año”, me dediqué a repasar algunas de Ylvi im Netz, desde sus comienzos hasta un final un tanto abrupto a principios de enero de este año. Es un recorrido bonito por los distintos aspectos de la vida en Flekke que me llamaron la atención y que decidí compartir, y cómo variaron a lo largo de los dos años; por los distintos humores y emociones y perspectivas por los que pasé y que se reflejan en el tono de mis narraciones. Siento haber dejado de escribir en mi último semestre en Flekke, quizá no el mejor o el más intenso, pero sí el más completo y redondo. No sólo por los lectores a los que dejé en el suspenso y que pensará que Ylvi no sobrevivió el Bachillerato Internacional, pero también porque el blog era una especie de diario personal, y por muchas historias que se me quedaran en el tintero o que no pasaran el filtro de “apto para todos los públicos”, las recuerdo cuando leo las que sí llegaron a ser publicadas, como si entre entrada y entrada hubiera otras dos o tres que sólo yo pudiera leer. Pero para ese último semestre tan significativo tengo que confiar únicamente en mi memoria, y eso asusta un poco.
Fue el semestre que pasamos esperando las respuestas de las universidades a las que habíamos enviado solicitudes, llenos de dudas acerca de las decisiones que habíamos tomado, imaginándonos las alternativas que seguirían a un rechazo, cada una más pintoresca y dramática que la anterior. Semanas y semanas de espera exasperante, durante las cuales nos dábamos ánimos mutuamente hasta que finalmente empezaron a llegar las respuestas y la emoción y alegría se mezclaban con la decepción, las felicitaciones con las palabras de consuelo. A principios de mayo me tocó a mí celebrar que había conseguido la beca de SFU, que me iba a Canadá, que mi primera (y única) opción había resultado ser la buena, mientras dos de mis mejores amigos no habían tenido suerte. Fue el semestre en el que me eché a llorar cuando Rodrigo fue aceptado en la universidad de Maastricht y daba fin a la espera constante de los últimos meses.
Fue el semestre en el que escalé el acantilado encima del colegio por primera vez, acompañada de Ben, el mismo día en el que nos perdimos por los montes de Flekke hasta que salimos del bosque a la carretera embarrados y cubiertos de rasguños, pero increíblemente satisfecho. Fue el semestre en el que atiborré de nachos con salsa en Dale, el semeste en el que celebramos el cumpleaños de nuestro tico con tequila mejicano, el semestre en el que Astrid y yo disfrutamos de la piscina vacía después de nuestro turno de socorristas un sábado por la tarde.
Fue el semestre en el que acabé mi ensayo extendido, mi trabajo de Historia y mis informes de laboratorio para Biología, que me costaron sudor y lágrimas y noches sin dormir en las que escuchábamos Nino Bravo a todo volúmen en el edificio de ciencias a las cuatro de la mañana. Fue el semestre en el que estudiamos para los exámenes finales, intentando condensar dos años de información en nuestras mentes, alternando entre estados de pánico absoluto y ataques de risa histérica, hasta que finalmente sobrevivimos, ¡incluso a la horrorosa, terrorífica prueba 3 de Historia!
Fue el semestre en el que Fann me enseñó un baile con abanicos chinos y yo enseñé métodos de resucitación cardio-pulmonar a cien personas en un día. Fue el semestre en el que Alma y Alberto cantaron “Sólo le pido a Dios” durante el espectáculo de las Américas y aprendí a hacer saltar las piedras sobre la superficie del fiordo. Fue el semestre en el que Wiktoria pintó un calamar gigante y participó en la exposición anual de los estudiantes de Arte.
Fue un semestre lleno de saltos al fiordo, sesiones de piragüismo, arroz con leche y knekkebrod, paseos a Flekke en la lluvia, la nieve o disfrutando del buen tiempo, de chocolate y té de regaliz, de viernes de película y sábados de fiesta, de largos y largos en la piscina y prácticas de primeros auxilios.
Fue el semestre en el que nos dimos cuenta que el final no estaba tan lejos como nos había parecido siempre, sino que se iba acercando, produciéndonos sentimientos que variaban desde la emoción hasta el miedo, desde el alivio hasta una tristeza devastadora. Y así nos fuimos balanceando de un lado al otro del espectro emocional, intentando disfrutar de la belleza de Flekke y la compañía de los demás y al mismo tiempo aprobar los exámenes hasta que llegó el día en el que tras el examen de Biología y un último salto al fiordo, me puse mi vestido de Pipi Calzaslargas y me fui a Flekke, donde comimos, bebimos, hablamos, bailamos y, en muchos casos, desconectamos las pocas neuronas que nos quedaban conscientes, para celebrarnos en una noche llena de acontecimientos…
Los recuerdos que tengo del día siguiente son borrosos y están fuera de cualquier escala de espacio y tiempo con sentido. Arroz con leche y huevos pasados por agua para comer, como cualquier sábado por la mañana, Wiktoria y yo preparándonos en el baño, riéndonos de diversas anécdotas de la noche anterior, los padres de Olga ayudándole a hacer la maleta, dar un pequeño paseo con mi familia de acogida, los discursos, actuaciones y aplausos de la graduación y el cúmulo de personas en la kantina nada más acabar la ceremonia, con lágrimas en los ojos, repartiendo abrazos a diestro y siniestro, con cara de “¿y qué hago yo ahora?”. Después se sucedieron las despedidas – primero Wiktoria, que todavía tenía puesto su vestido tradicional noruego; Rodrigo, que me prometía que todo iba a salir bien (probablemente pensaba que acabaría hiperventilando de tanto sozollo); Álvaro, Samuel, Meta, Kris, Mia, Jonah… Al final me vi sentada encima de mi maleta, absolutamente incapaz de cerrarla, hecha un mar de lágrimas, hasta que Karolina me ayudó con un fuerte tirón y Benedicte prácticamente me arrastró hasta el coche en el que esperaban sus padres y su hermana, listos para emprender el viaje a Oslo.
Podría seguir por horas y páginas. Me asaltan los recuerdos y quiero añadir más aventuras y anécdotas, pero no puedo recuperar cuatro meses en una tarde. De todas formas, me parece poco probable que se me olviden los detalles en los próximos tiempos – durante este verano y ahora mientras escribo lo veo todo delante de mis ojos como si hubiera pasado ayer.
Fue un semestre, fueron dos años, maravillosos. “Your highest highs and your lowest lows” es una frase que circula por las páginas de los Colegios del Mundo Unido, las palabras de un antiguo alumno que vienen a decir que en tus años en los Colegios alcanzarás las cumbres más altas y vivirás los momentos más “bajos”. La leí cuando rellenaba el formulario para presentarme a las becas hace ya tres años, imaginándome lo rica en experiencias y sensaciones que sería mi vida si lo conseguía, y ahora sé lo cierta que es, y la suerte que he tenido. Me siento increíblemente afortunada por haber podido disfrutar de Flekke este tiempo y por pertenecer al movimiento de los Colegios del Mundo Unido, que no acaba aquí. La nostalgia que siento a menudo, y echar de menos a mis amigos, es un precio que merece la pena pagar, y suelo consolarme pensando que si lo echo tanto de menos, fue porque han sido dos años condenadamente buenos.
Muchísimas gracias por leerme y animarme con comentarios durante mis aventuras en el fiordo. ¡Ahora podéis leer y escribir a Teresa! Aunque yo también tengo un nuevo blog (http://thezerovector.wordpress.com) y me alegraría si os pasáis. Gracias también a Teresa por darme el empujón que necesitaba – mucha suerte con tu blog y más todavía con tu vida como vikinga.
Si tenéis preguntas sobre los Colegios del Mundo Unido o queréis saber más acerca de algún aspecto de mi experiencia, ya sea porque estáis considerando presentaros o porque simplemente os pica la curiosidad, no dudéis en escribirme. Mi correo es lea.im.netz@gmail.com.
Un beso y hasta siempre,
vuestra Ylvi.
P.S. – Aquí os dejo algunos documentos gráficos del final de un gran capítulo…
Pippi y los latinos, fiesta de graduación (foto de nuestro primer año Oliver)
Un regalo maravilloso de nuestros profesores.
Momentos de la ceremonia de graduación.