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trolls, voodoo y una ducha fría

29 Ago

Bolsa de la colada, detalle

La verdad es que no sé muy bien cómo pasó, pero fue una batalla encarnizada… Eso sí, yo convertí a Viktorija en una obra de arte mientras que ella me llenó la cara (¡y los dientes!) de negro y verde.

Lunes, primer día de clase. Ya notábamos los nervios ayer, cuando tuvimos una reunión en el salón de actos para recibir nuestros horarios y explicar el sistema de clases a nuestros primeros años, y después de la feria de actividades que tuvimos después, para la que me reclutaron en el último momento, y de ir en bici a Flekke con Scott porque pensé que se me había olvidado allí el abrigo rojo (¡¡no panic, está aquí!!), lo único de lo que Katu y yo nos sentíamos capaces era de sentarnos en nuestras camicuevasllenas de telas y estrellas fluorescentes (primero en la de ella, luego en la mía), escuchar a Tom Waits y comer chocolate, fideos precocinados crudos y té en perfecta armonía, sin pensar en nada. Para la mayoría, ahora empieza de verdad el trabajo y se acaba el idilio vacacional de la semana pasada. Aunque ya lo sabía desde mucho antes, pero durante esta mañana se me ha hecho aún más claro que tendremos mucho trabajo este año y tendremos que sacrificar algunas cosas para dar lo mejor de nosotros en las clases y los trabajos…

El sábado, Fredrik y Oliver (Suecia), Scott (EE UU) y yo nos levantamos pronto y subimos entre la niebla y el rocío la montaña que separa Flekkefiord de Dalsfiord. Esto es Flekkefiord…

… esto es Dalsfiord…

… y esto es una roca y una nube pillados en fraganti.

¿Nos metemos en la catarata? Venga, vale. Oye, era una broma, pero bueno… ¿por qué no?

Aclaración: ¡Yo también estaba allí!

Por una parte, me gusta que hayamos empezado y por fin pueda entrar en el ritmo de trabajo en vez de andar empujando las tareas delante de mí indefinidamente, pero por el otro, soy consciente de que el aspecto académico es lo que más nos va a diferenciar y probablemente alejar de nuestros primeros años, y si ya de por sí es difícil mantener el equilibrio entre las amistades nuevas, emocionantes, y las que vienen de antes, más profundas e intensas, tengo miedo de perder contacto con algunas personas que realmente me han caído bien, y con las que he pasado bastante tiempo esta semana. Ya veremos. Quizá aquí también hay que sacrificar de vez en cuando, pero me imagino que lo que vale la pena, persiste…

La salida de la carrera del domingo a Flekke. Es una tradición del colegio y no sólo hay personas que van corriendo,…

… como la profesora de Filosofía, Summer, con Marta (Polonia) y Hala (Jordania),…

sino que también vamos andando…

… haciendo el tonto…

… sin hacerlo…

… escuchando música…

con un alce o sin él…

con compañeras de cuarto…

… y compañeros de cuarto.

¡Algunos no se movieron para nada!

De momento, me concentraré en lo positivo: la clase de matemáticas eficiente, estructurada, maravillosamente comprensible, con la misma profesora del año pasado, un repaso satisfactorio en historia, una paseo por la isla en Biología, con una introducción a nuestro próximo tema, la clasificación de los seres vivos según Carl Linnaeus… Me he prometido a mí misma concentrarme, no dejarme vencer por el estrés y la desesperación o la obesión que se comienza a manifestar entre algunos de mis coaños, y estoy convencida de que todo saldrá bien al final… Y esta noche Ben y yo hemos quedado en hacer un pequeño y simpático muñeco de voodoo positivo, solo por si acaso, como plan B digamos. ¡Nada serio!

La fiesta del sábado, en la que cada habitación se disfrazó de algo distinto. Fue una de las mejores fiestas de todos los tiempos y nosotras fuimos imbatibles disfrazadas de trolls, con vestidos cosidos a manos por nosotras mismas, hechas de sacos y tela vieja, cubiertas de barro, pecas y unas colas preciosas.

De izquierda a derecha: yo, Sangita (Nepal), Wiktoria (Noruega) y Olga (Finlandia)

Para darme ánimos, subo las fotos de este fin de semana, un gran final a la primera semana en Flekke…

Bolsa de la colada, detalle

fiesta

29 Ago

La semana de introducción se ha acabado el viernes y el martes ya empiezan las clases «de verdad». Aunque esto para la mayoría sigue siendo muy nuevo y desconocido y todavía no tenemos la sensación de estar en un colegio, el día a día comienza a insinuarse por debajo de las fiestas, discursos y presentaciones. A parte de que nuestros «segundos años» desaparecen varias horas al día en dirección laboratorios y aulas para trabajar en sus IAs, EEs y demás  asuntos oscuros, poco a poco empezamos a ver colgados en el tablón de noticias de la Kantina carteles de eventos semanales, encuentros de diferentes grupos, etc. Ayer, por ejemplo, fuimos a ver «El Príncipe de Persia» en el salón de actos, aportación del Club de Cine, que tiene lugar todos los viernes. No voy a hacer más que nombrar la película porque la verdad es que no se puede decir más de ella. Quiero decir, que es una película de verano, de aventuras, de actores más o menos atractivos y de argumento «indisoluble». Todo eso se sabe desde que se ve el cartel, así que ninguno de nosotros esperaba más y por lo tanto tampoco nos decepcionó. Después nos fuimos todos al café que llevan los estudiantes en una pequeña caseta, Snikkarbua, donde la tarta de queso es excelente, los precios menos dolorosos y el ambiente muy interesante. Sobre todo el segundo piso es bonito. Está justo debajo del tejado, por lo que más vale agachar la cabeza y encontrar rápido un hueco donde sentarse. Todo es de madera y está iluminado por velas, por lo que la luz tiene un agradable tono naranja. Probamos la ya alabada tarta de queso y charlamos un rato, pero al ser el primer día del café, la cabaña estaba llena hasta arriba y nos fuimos después de un rato, cuando nos dimos cuenta de que casi no podíamos oír las voces de las personas sentadas al lado nuestro.

Ayer sí que tuvimos fiesta. Y es que cada sábado hay una en el «Hoeg»-Center, aunque normalmente no asiste mucha gente. Volvió a pasar lo mismo: era la primera del año y todo el mundo tenía aún energía, ganas de fiesta y el ánimo fresco. Era una fiesta «temática» por habitaciones: la mitad de la diversión fue encontrar un tema y hacer los disfraces. La habitación 104 de Denmark House se llenó pronto de hojas de helechos y de flores, el baño, de pintura negra y verde y las residentes, de todo junto. ¡Nos convertimos en auténticas amazonas!

Grrrr izquierda groaaarrr derecha: Melisa (Zimbabue), Yo, Natalia (Noruega), Anyuri (Panamá) y Sophie (Suecia).

La fiesta en sí también fue muy divertida. Podías ver a rusos  peleándose con americanos en una réplica de la guerra fría, a pitufos bailando con vampiros, piratas, mimos, hippies, hindúes, profetas, camas andantes, árboles, la banda Kiss, chicas de los 80 preparadas para la clase de aeróbic, ángeles y demonios, pikachu tirando aviones de papel amarillos contra sus enemigos, otros pokemon, sacerdotes atrevidos, ninjas, scouts, policías atractivos, mafiosos… Todos juntos y revueltos, todos bailando con todos, sobre todo una chica salvaje a la que hoy le duelen los pies que no veas, y que después de la fiesta saltó al fiordo, tal y como hicieron otras cincuenta personas (por lo menos). ¡Fue emocionante!