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nothing is lost

17 Oct

Deep in our sub-conscious, we are told
Lie all our memories, lie all the notes
Of all the music we have ever heard
And all the phrases those we loved have spoken,
Sorrows and losses time has since consoled,
Family jokes, out-moded anecdotes
Each sentimental souvenir and token
Everything seen, experienced, each word
Addressed to us in infancy, before
Before we could even know or understand
The implications of our wonderland.
There they all are, the legendary lies
The birthday treats, the sights, the sounds, the tears
Forgotten debris of forgotten years
Waiting to be recalled, waiting to rise
Before our world dissolves before our eyes
Waiting for some small, intimate reminder,
A word, a tune, a known familiar scent
An echo from the past when, innocent
We looked upon the present with delight
And doubted not the future would be kinder
And never knew the loneliness of night.

Noel Coward (1967)

blanco sobre negro

12 Ene

«Sometidos» a los horarios de comida nórdicos, aquí se cena de cinco y media a siete, algo que en realidad es muy sano. Sin embargo, después de varias horas de intensa actividad intelectual o de otro tipo, el hambre aprieta a eso de las nueve y media o diez. La kantina nos da algo para picar, normalmente pan bimbo con queso en lonchas, algo no demasiado apetitoso a lo que es preferible buscarse una alternativa. Mi alternativa esta noche ha sido excepcionalmente buena: un pan negro holandés, aportación de Romy, con queso fresco de Sofie, mi compañera de cuarto. Con el primer bocado me vinieron a la memoria las mañanas de verano que pasaba en casa de mi abuela, Oma Herta, en Alemania, en las que desayunábamos pan negro y queso fresco la mayoría de las veces y después cogíamos el puntual autobús de las 09.05 para bajar a Ennepetal a hacer las compras y recados del día… El supermercado, la librería, a la que no me podía resistir, la tienda de flores, la carnicería, de la que siempre nos llevábamos Fleischwurst, uno de los muchos embutidos alemanes… De vuelta nos pasábamos por el cementerio, al que me gustaba ir: era soleado y verde y no tenía nada de tenebroso. Además, el pozo del que se cogía agua para la regadera hacía un ruido genial cuando se rellenaba solo…

Ha sido un pan negro con queso fresco absolutamente delicioso.